Se denomina ecosistema a todas
las interacciones que se establecen entre los seres vivos y entre éstos y el
ambiente en que se encuentran. Un ecosistema es la totalidad de los vegetales y
los animales de una determinada región, junto con el entorno físico donde
viven. Por definición, el ecosistema está formado por elementos con vida
(bióticos) y sin vida (abióticos). Dentro de los primeros se incluyen los
animales, vegetales, algas, hongos, bacterias y protozoarios. Los factores
abióticos son el agua, el suelo, el aire, los rayos solares, los factores
climáticos, etc. Los ecosistemas son sistemas complejos, por lo que cualquier
variación que ocurra en uno de sus componentes traerá consecuencias en todos
los demás componentes. Por esa razón es importante saber las distintas
relaciones que se establecen entre los seres vivos y su entorno. La ecología
(del griego oikos = casa, vivienda, hogar) es la rama de las ciencias
biológicas que estudia los ecosistemas, es decir, las relaciones recíprocas
entre los seres vivos, su medio y las relaciones que establecen entre ellos.
Los ecosistemas se estudian analizando las cadenas alimentarias, los ciclos de
la materia y los flujos de energía.
Los componentes de un ecosistema están interrelacionados y esa interrelación es esencial para la vida. Debido a que no existe una parte independiente de otra, ninguna puede ser modificada sin afectar a las otras. El bosque es un ejemplo de ecosistema, compuesto por el suelo, aire, nutrientes y agua donde cohabitan árboles, pasturas, aves, insectos, hongos y bacterias, entre otros factores bióticos. La consecuencia inmediata, por ejemplo, de la tala de árboles es la pérdida del hábitat de las aves, la erosión de los suelos, la acumulación de agua de lluvia y el desplazamiento de los nutrientes del suelo. Todos los ecosistemas necesitan una fuente de energía, representada por el sol, que se distribuye por los distintos componentes del ecosistema. De esa forma se mantiene la vida y se movilizan el agua, los minerales y otros componentes físicos del ecosistema. Además, hay un continuo movimiento de materia, ya que los distintos elementos químicos (carbono, oxígeno, nitrógeno, etc.) pasan desde el aire, el suelo o el agua hacia los seres vivos, y de éstos regresan luego al aire, suelo o agua cerrándose así el ciclo. Por lo expuesto, se puede afirmar que los ecosistemas son sistemas abiertos porque intercambian materia y energía con el entorno, aunque el ingreso de energía es más importante que el de la materia, puesto que ésta se recicla y la reingresa al sistema.
Los componentes de un ecosistema están interrelacionados y esa interrelación es esencial para la vida. Debido a que no existe una parte independiente de otra, ninguna puede ser modificada sin afectar a las otras. El bosque es un ejemplo de ecosistema, compuesto por el suelo, aire, nutrientes y agua donde cohabitan árboles, pasturas, aves, insectos, hongos y bacterias, entre otros factores bióticos. La consecuencia inmediata, por ejemplo, de la tala de árboles es la pérdida del hábitat de las aves, la erosión de los suelos, la acumulación de agua de lluvia y el desplazamiento de los nutrientes del suelo. Todos los ecosistemas necesitan una fuente de energía, representada por el sol, que se distribuye por los distintos componentes del ecosistema. De esa forma se mantiene la vida y se movilizan el agua, los minerales y otros componentes físicos del ecosistema. Además, hay un continuo movimiento de materia, ya que los distintos elementos químicos (carbono, oxígeno, nitrógeno, etc.) pasan desde el aire, el suelo o el agua hacia los seres vivos, y de éstos regresan luego al aire, suelo o agua cerrándose así el ciclo. Por lo expuesto, se puede afirmar que los ecosistemas son sistemas abiertos porque intercambian materia y energía con el entorno, aunque el ingreso de energía es más importante que el de la materia, puesto que ésta se recicla y la reingresa al sistema.
Los ecosistemas pueden ser
clasificados en terrestres y acuáticos, dependiendo del lugar (tierra, agua) en
que se lleva a cabo la vida de los organismos vivos. Son ecosistemas terrestres
los bosques, las praderas, el desierto, una playa, una montaña, un tronco de
árbol caído, etc. Dentro de los ecosistemas acuáticos se diferencian aquellos
que son de agua dulce (ecosistemas acuáticos continentales) como los ríos,
lagos, lagunas, arroyos, charcas, etc. y los de aguas saladas (ecosistemas
marinos), como los mares y océanos. Los límites de los ecosistemas terrestres
pueden distinguirse a partir del tipo de vegetación predominante. Tal el caso
de los bosques, con sus numerosos árboles donde las copas forman un estrato, o
una pradera donde abundan las pasturas bajas. Los accidentes geográficos que
ofrecen una montaña, una playa o un lago son también una ayuda para establecer
los límites de un ecosistema.
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